La aventura de Popis
Si yo tuviera un hada jugaría con ella y haríamos casi todo juntos. Le pediría que me enseñe a volar, haríamos deportes extremos como paracaidismo, rally, etc.
Después de mucho tiempo la tuve. Le pregunté cómo se llama y me dijo: -Popis.
Un día fuimos al cine a ver “Duro de matar 4.0” y nos gustó mucho.
Ella usa ropa de color violeta y rosa.
La llevé a la casa de mi abuela y su gato Bigotes la persiguió.
Entonces ella lo convirtió en un pancho.
Cuando mi abuela regresó, lo volvió a su forma normal.
Luego, el hada inventó una casa de caramelo con su magia. La comimos y bien empachados vivimos, muy felices.
El pozo
El hada y yo somos y éramos amigas.
Se llamaba Esperanza.
Ella y yo tuvimos una idea: ir al bosque a hacer un picnic. ¡Pero no teníamos comida! Así es que compramos un sándwich 1$, una manzana 5$ y galletas Express 20$. Todo lo pusimos en la canasta y nos fuimos.
Empezamos a buscar un lugar del bosque lindo para hacer un picnic. El hada se alejó buscando y sentí que algo se cayó. Fui a buscarla y encontré unas huellas. Parecían de un hada y las seguí. No me di cuenta de que había un pozo y me caí. Allí encontré a Esperanza.
Vimos un túnel, lo seguimos y nos llevó a un lugar con muchas joyas, rubíes, esmeraldas, aguamarinas… El piso se rompió y nos caímos a un sitio en el que se veían las estrellas. ¡Nos quedamos! Vimos una salida con una escalera y volvimos al picnic.
Allí nos encontramos a muchas hadas. Nos llevaron a su casa. Estaba toda destrozada.
-¿Qué pasó?
Las hadas me dijeron que pasó un tornado y les rompió la casa. Me pidieron que se las arregle. Yo les dije que sí pero con ayuda. Así es que fui a conseguir troncos para los muebles, al campamento. Me puse a construir. Como las hadas me ayudaron, terminamos en una semana. Me dieron un trofeo y una medalla y un unicornio para que nos lleve de regreso a casa.
Julieta Luna
Ogros y hadas
Había una vez un hada llamada Moly que vivía en Groenlandia.
Una vez salió a buscar alimento y agua pero se encontró con un ogro llamado Shrek. Por inconveniencia, el ogro saltó y pisó la comida. El hada salió volando y avisó al pueblo. Luego avistó al ogro que venía hacia ella. Las hadas salieron volando pero él las seguía.
Apareció una princesa muy valiente llamada Matilda.
La princesa saltó y le preguntó qué quería. Le dijo que quería amigos, que nadie es su amigo porque es un ogro.
Al final del día estaba ayudando a las hadas.
Martina Carrusca
Anita y yo
Si tuviera un hada la despertaría con un pequeño desayuno en su pequeña cama. Se llamaría Anita y le encantaría el color lila. La vestiría con un vestido de su color preferido.
Yo, como dueña, la llevaría a todos lados: a la escuela, la plaza, la playa, el centro, el shopping y a Trevelin.
Ella me ayudaría todos los días a hacer la tarea y me daría clases particulares de vuelo con sus alas extra gigantes que la mamá le habría comprado antes de haber nacido.
Cada día la llevaría en el bolsillo de mi mochila y la sacaría solo en los recreos.
Ella me contaría sus problemas y yo los míos.
¡Ah! Y me olvidé que sería mi mejor amiga.
Aintzane Zubimendi
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El niño que aprovechó de sus poderes
Una vez en un pueblo mágico existía un niño, un niño que tenía un hada madrina.
Ella le concedía deseos aunque sean imposibles pero no podía intervenir con el amor.
Al niño le gustaba Agatha, una niña de su clase.
En fin, él tenía muchos deseos por cumplir pero abusaba del hada.
Después, el hada fue descubriendo que se aprovechaba de ella y le hizo una broma fea. Tras esa broma, él solo le pedía y le rogaba tener el amor de Agatha.
El hada no se lo podía conceder.
El niño empezó a pensar en otra cosa y se distrajo de Agatha de una vez por todas.
Empezó a pedir cosas más pequeñas sin abusar.
Joaquín Vasquez
Marina, el hada
Había una vez un hada llamada Marina.
Era violeta y verde, muy buena y hermosa.
Pero un día iba caminando y se cayó a un pozo.
Nadie la salvaba. Hasta que llegué yo y me caí en el mismo pozo. La vi. Toda sucia. Le pregunté qué le había pasado. Dijo que se cayó y me preguntó si quería tener un hada.
Me encantó esa idea. Me la llevé. Pedí millones de deseos. Hasta que se cansó y no hizo nada más. Me preocupé. Pero leí en un manual y decía que en una hora podía pedir solo un millón de deseos. La invité a tomar el té. Pero a las hadas no les gusta.
Llegó mi papá. No sabía dónde esconderla. La puse debajo de la cama.
Pasaron dos días. No me acordaba de que la tenía. Hasta que la necesité. Estaba con un amigo. Me parece que era su novio. Me pidieron si se podían ir y les dije que sí. Pero puse una condición: que me lleven. Me dieron polvo mágico y volamos al país del amor (Francia).
¡Tenía una pareja mágica! Me concedieron todos los deseos y hablamos en francés para siempre.
Martina Sosa
El hada de la escuela
Un día había sonado el timbre del recreo y todos nos fuimos al aula. La maestra no estaba. Yo me asomé y vi a un hada muy chiquita. Todos nos asomamos y dijimos: ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quién?
El hada me enseñó cómo era su vida de aldeana. Ella vivía en una casa hecha de choclo y zapallo.
Se llamaba Teresa. Estaba de novia con un duende verde llamado Germán. En realidad él estaba con ella por sus millones y millones de dólares, euros y pesos. Si salían de fiesta, él se volvía loco por el alcohol.
Al final ella se dio cuenta de que estaba saliendo con un ogro.
Se separó.
No fue a la escuela.
Le conseguí un enano llamado Berny. Se casaron y fueron muy felices.
Yo fui la que entregó los anillos. Me dijo que sería su mejor amiga por siempre.
Los novios se fueron de viaje.
Apareció…¡Un pirata! Los raptaron.
Yo conocía a Peter Pan y a Campanita. Me ayudaron a salvarlos.
Teresa tuvo una hija y la llamó Mariángeles.
Yo fui la madrina. ¡Salté de la alegría!
Valentina Abouzed
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El hada Gloria
Había una vez un chico que se llamaba Lucas.
Era un chico muy pero muy triste.
Un día le mandaron un hada. ¿Saben cuál es el nombre del hada? Es Gloria.
Ya que era tan triste, lo primero que pidió fue que sus padres dejaran de fumar y ¡TIN!, se hizo el deseo.
Entonces quiso tener amigos en la escuela y pidió que lo acompañara. Así fue.
Tenía que arreglar tres cosas: uno, el bravucón, dos, el maestro y tres, conseguir amigos.
Lucas deseó que el bravucón deje de ser malo.
¡TIN! Dejó de ser malo.
¡Ring! ¡Oh, es hora de ir a clases!
-Deseo que el maestro no me odie.
¡TIN! Listo, se acabó la clase-
Y el último deseo: tener amigos.
¡TIN!
Y vivieron felices por siempre.
Lucas Gaspar
El diario del hada
Había una vez un hada que iba todos los días a la casa de una nena llamada Graciana.
La conoció un día volviendo de la escuela.
Le preguntó:
-Hola. ¿Cómo te llamás?
-Hola. Me llamo Graciana, respondió. ¿Eres invisible?
-Sí. Solo tú me puedes ver.
-¿Por qué los otros chicos no?
-Porque vos compraste mi diario y cualquiera que lo compre tendrá un hada.
Fueron a la casa, felices.
-Tengo cien preguntas para hacerte, dijo Graciana.
El hada, como era invisible, atravesaba paredes, puertas y cualquier otra cosa.
Al día siguiente Graciana se levantó, desayunó y se lavó los dientes. Le pidió al hada que hoy no fuera con ella a la escuela. Cuando volvió, no la encontraba. La buscó y la buscó pero no la encontró. Se quedó en su habitación.
Al otro día fue a la escuela y la descubrió en el salón de clases. Le preguntó:
-¿Dónde estabas?
-Te vine a buscar pero ya te habías ido, entonces decidí quedarme hasta hoy.
Cuando terminó la escuela se fueron a la casa a tomar el té. Después el hada dijo:
-Yo te concederé un deseo. Piénsalo porque solo es uno antes de que me vaya.
La niña preguntó:
-¿Adónde te vas?
-Con otra chica, respondió.
-Pido ser feliz y que mi familia esté bien.
Y se cumplió.
Graciana Carromba
El hada que concede deseos
Si tuviera un hada le pediría no tener errores de ortografía, me sacaría 10 en todas las materias del boletín. Le pediría vivir en Cabo do Frio, irme de viaje todos los fines de semana, andar en cuatri, no ir a particular, ir a ver a Racing, que me regalen todo lo que me gusta pero no siempre. Me gustaría tener una netbook para mí. No tener a mi hermana. Pasar más tiempo con mi papá. Jugar más con mi primo. Pasar más tiempo con la familia de mi papá. Me gustaría jugar con el hada y poder volar. Tener recreos cada cinco minutos. Y le pediría que todos los viernes sea mi cumple.
Felipe Schmidt Morresi